lunes, 11 de febrero de 2013

Somos los culpables




Un padre desesperado llevó a su bebé recién nacido a la clínica Cartagena del Mar y la puerta de la sala de Urgencias estaba con candado. En una hoja tamaño carta, pegada al parecer con goma de zapato en la pared, explican que no hay servicio porque están remodelando.

¿Le habrá dado tiempo de leer ese papel? Eso no importa, lo que importaba era que a su bebé lo viera un médico, pero al ver que no había señal de atención decide irse en un taxi a otra clínica, donde confirmaron la muerte de su pequeña criatura.

Medios locales y nacionales informaron el caso, los periodistas de televisión intentaron hablar con alguien en la clínica pero como cualquier otro usuario, se toparon con el vigilante, ese que además de encargarse de velar por la seguridad en el centro asistencial, tiene tareas de médico al decidir si es una urgencia o no, hasta recetan, ah, y de director, dejan pasar al que se le dé la gana.

La clínica envió un comunicado y dijo que no se hacía responsable por la muerte. Ellos ya le habían dicho antes al Dadis que estaban sin urgencias. ¿Entonces el Dadis no le avisó al pueblo? o ¿la clínica no podía pagar un avisito en El Universal u otro periódico o radio informando que no se mandaran para allá? Ah verdad, pegaron el mensaje en la pared.

Pero el Departamento Administrativo Distrital de Salud se pronunció inmediatamente y dio la respuesta que no falta en un General de la Policía: Vamos a investigar.

La investigación arrojó que el bebé ya tenía más de una hora muerto, antes de llegar a la clínica. Es decir, el papá al parecer cargó en un taxi con un cadáver. Esa fue la respuesta. El padre, al escuchar eso, contestó irónicamente: “Entonces nosotros somos los culpables”.

En menos de una semana se conoció otro caso, esta vez en la Clínica Blas de Lezo, una muchacha levantó a trompadas a la pediatra porque al parecer mientras su bebé convulsionaba, la doctora se alimentaba en el consultorio.

Otra vez el Dadis se pronunció. “Rechazamos tajantemente todo acto de violencia contra un trabajador de la salud. Solicitamos a los representantes de los medios de comunicación un mejor tratamiento informativo  en sus notas para que no se conviertan en un agente motivador de violencia”, dijo el director del Dadis.

Conclusión: Somos los culpables, así como ese padre que no leyó un letrero en la clínica y que se equivocó al pasear a su hijo muerto en un taxi.


domingo, 10 de febrero de 2013

Un tema viejo

Sí, nuevamente los indigentes.

Tema viejo que no pasa de moda,

como las caricaturas del difunto Panti, no hay que darle color al dibujo si en blanco y negro perdura en la memoria...

Y precisamente con un viejo, con más huesos que piel, con más hambre que experiencia me encontré en el semáforo del puente que comunica a Manga con el Pie de la Popa.

Acepta con temor los abrazos de un sol inclemente. Arrinconado trata de encontrar una esquirla de sombra,

esa de la que solo gozan sus descoloridas canas bajo una vieja y sucia gorra.

De su edad no tengo idea remota, basta con decir que está viejo. Se nota en sus pasos, lentos como si cargara fuertes rocas.

Tema viejo y un viejo sin suerte

Aprovecha el color rojo del semáforo para levantarse, estirar la mano y conmover a la gente.

Especialmente a conductores que se les arruga el corazón mientras más lo tienen en frente.

¿Cuánto recoge y qué hace con la plata? ¿Tendrá hijos, nietos? esta y otras preguntas vienen a la mente pero llega el color verde al semáforo y aceleramos. Pueblo indolente.

Algún día habrá otra Cumbre de las Américas y quizá lo recojan junto a los otros que para fechas importantes en la ciudad es mejor que no estén en las calles... a su suerte.

Viejo, querido viejo. ¿Para quién?
Qué fue de tu vida