Después de 5 años de
estar viendo diariamente noticias judiciales -muchas de ellas sucesos en los
que terminaban muchachos muertos en peleas de pandillas- por primera vez una
madre admite que su hijo era pandillero.
Cuando el periodista
llegaba a la casa de los familiares de la víctima, las frases eran repetitivas:
“Mi hijo no tenía problemas con nadie, no tenía amenazas, era un pelao sano”. Y
la que no faltaba, con esto no quiero decir que no era cierto en algunos casos:
“Mi hijo iba caminando para su casa y se encontró con la pelea en la que nada
tenía que ver y le dieron el balazo que lo mató”. “Fue a comprar el desayuno de
los hijos a la tienda y cayó en la pelea”. Siempre que había un muerto en
pandillas, el muerto no era pandillero… hasta ayer, cuando el redactor judicial
llegó a la casa y la madre del muerto le dijo al periodista: “Ay mijo, qué me
vienes a preguntar, mi hijo era pandillero, tengo que resignarme pero se lo
buscó”.
A esa madre que aconsejó
por varios años a su hijo para que se saliera de la delincuencia, mi más
sincero respeto.
Sin duda eso es lo que
falta para que no sigan creciendo las pandillas en la ciudad. Madres valientes,
esas que no esconden a sus hijos en las casas cuando son perseguidos por la
policía después de cometer un crimen. El hijo de esta señora estuvo preso, y el
amor de madre alcanzó para volverlo a recibir en la casa hasta que enderezara
el camino pero no, ella luchó sola, sin la ayuda de los policías que llevan
sancochos a pandilleros para supuestamente crear una buena relación entre
varios bandos y que una vez se terminan las sopas, vuelven a pelear.
Una madre, sin la ayuda
de los supuestos pastores cristianos que el alcalde Campo Elías prometió en su
campaña, esos que al parecer van a trabajar por estos muchachos.
Las madres conocen a sus
hijos, a veces se les salen de las manos… pero no del corazón. Y ella, con la
frente en alto, reconoce que se le fue aquel a quien le dio la vida, aquel a
quien aconsejó, aquel que decidió no escucharla, especialmente en el mes de las
madres.